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Cómo reparar un zócalo de madera

Ya sea por efecto de golpes o rayones, de la exposición a la humedad, de la acción de plagas o simplemente por el paso del tiempo, los zócalos o rodapiés de madera suelen evidenciar desgastes y daños que demandan labores de reparación y mantenimiento de las áreas afectadas, o directamente su reemplazo por una pieza más nueva.

Recordemos que se conoce como zócalo, rodapié o guardapolvos a esas piezas de madera, cerámica o plástico que se colocan en la base de los tabiques o paredes de las habitaciones como elemento estético y para protegerlas de golpes o roces, y que se extienden por el contorno de las salas.

Los daños más comunes que pueden sufrir los zócalos de madera incluyen las huellas que suelen dejar golpes, además de  rasguños, orificios de clavos o tornillos antiguos, etc. Estos desperfectos se traducen en hundimientos y abolladuras que le dan un aspecto irregular y antiestético a la superficie de la pieza.  Por ese motivo se necesita llevar a cabo un trabajo de relleno de las áreas hundidas con la finalidad de dejar la cara del rodapié completamente pareja.

Para este trabajo se necesita pasta o masilla para juntas (de ser posible, con el mismo tono que la madera del zócalo) y una espátula, pero antes de aplicar el material de relleno se debe limpiar bien las ranuras y perforaciones, además de retirar la pintura vieja si ésta se encuentra muy deteriorada. Una vez que las áreas a cubrir se encuentran secas y libres de polvo, se aplica la masilla, tratando de rellenar las depresiones y aplanando la superficie con una espátula pequeña.

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Una vez que la pasta se haya secado (dejando pasar el tiempo indicado por el fabricante), se lija la superficie del zócalo de madera para emparejarla y alisarla y a continuación se aplica un acabado de pintura o barniz igual o similar al que tenía originalmente.

Sustitución de una parte dañada del zócalo de madera

En ocasiones se presenta el caso de que, debido al grado de deterioro sufrido por el rodapié es tal que requiere su reemplazo del tramo dañado por otro más nuevo pero de la misma madera. Para ello, primeramente deben marcarse las líneas de corte que deberán ubicarse unos cuantos centímetros más afuera de la zona arruinada, a continuación se realiza un corte a bisel por uno de los lados, empleando un serrucho o una sierra eléctrica.

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Acto seguido, se corta el otro lado, haciendo el corte oblicuo para el lado contrario, de modo que el hueco quede con forma de «V», con la parte ancha hacia el frente. Para facilitar el trabajo con el serrucho se pueden utilizar unas cuñas que se colocan para separar un poco el zócalo de madera de la pared.

A continuación, una vez extraída la parte deteriorada se procede a alisar el corte con una lija, para luego colocar un trozo de rodapié nuevo con la forma del hueco. Esta pieza de recambio puede pagarse o clavarse, y luego se cubren las uniones con la misma masilla utilizada para reparar la madera. Una vez seca la pasta se empareja la superficie con la ayuda de una lija y se procede a pintar o barnizar todo el zócalo de madera.

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