Aunque la mayoría de los proyectos de embaldosado caen en una de tres categorías: pisos, paredes y encimeras; existen algunas superficies e instalaciones que, por sus dimensiones o ubicación en la casa, requieren la aplicación de un tratamiento especial.
Un pequeño zaguán o recibidor, el alféizar de una ventana, el frente y el hogar de una chimenea, son algunos de esos espacios que, si bien emplean las mismas técnicas básicas de revestimiento que las otras categorías mencionadas, introducen algunas diferencias pequeñas pero significativas.
El embaldosado de un recibidor pequeño, por ejemplo, requiere los mismos métodos que el embaldosado de cualquier piso. Sin embargo, sus configuraciones estrechas hacen a los zaguanes más susceptibles a errores de diseño e instalación.
Una entrada de esta clase también se abre a varias habitaciones, por lo que el patrón de las baldosas debe ser diseñado teniendo en cuenta una perspectiva más expuesta que otros espacios de la casa.
Esto demuestra la necesidad de comenzar todo con un boceto en lugar de un plano formal, ya que un esquema aproximado del patrón de mosaicos a usar suele imponer menos restricciones a la creatividad. Debe recordarse que las primeras etapas de cualquier proyecto incluyen una buena dosis de tiempo para la experimentación.
Un diseño inicial puede pasar por varias versiones, ya que diferentes factores pueden terminar cambiando la idea original de embaldosado de un recibidor, como el presupuesto y tiempo disponibles, las medidas de las baldosas, y las habilidades del instalador.
Una vez que se ha decidido el diseño definitivo y se han conseguido los materiales necesarios para el proyecto, se debe examinar el piso de la entrada en busca de desniveles, depresiones, grietas y otros defectos. En esta etapa puede ser útil emplear un nivel para comprobar que el suelo se encuentre nivelado.
En caso de detectarse grietas en la superficie del piso del recibidor, se puede rellenar las mismas con mortero, o directamente «vendar» cada grieta en la losa con una membrana aislante. En este último caso, se suele aplicar el adhesivo con un rodillo, se deja curar según las instrucciones del fabricante y luego se cubre con la membrana.
Una vez seca esa aplicación, se procede a colocar en seco las baldosas para probar su diseño. A continuación, se ajustan las piezas según las líneas de referencia del boceto, para luego retirarlas para proceder a extender el mortero sobre la superficie.
En este paso se utiliza una llana para aplicar y extender el cemento o pegamento especial, dependiendo del material de la baldosa y las indicaciones del proveedor, comenzando en el área correspandiente a la primera fila de losetas más cercana a la puerta, dejando para el final aquellas piezas que necesitan ser cortadas para calzar en los bordes contra la pared.
Las baldosas se van colocando siguiendo las líneas de diseño, insertando espaciadores a medida que se avanza y comprobando las secciones con una regla para asegurarse de que se mantienen rectas. Es usual que el exceso de mortero tienda a emerger por las juntas, por lo que conviene limpiarlo con una espátula o cuchillo antes de que se seque.
Cuando el mortero debajo de las baldosas centrales del recibidor se ha secado, se cortan y ajustan las piezas correspondientes a los bordes del piso. Finalmente, se limpian las juntas del sobrante de adhesivo y se calafatean las juntas entre el piso y la pared.
Embaldosado de un pequeño recibidor, aplicación de la lechada
Es necesario dejar que el cemento cure bien antes de aplicar la lechada, la que será distribuida por las juntas con la ayuda de una llana, asegurándose de que penetre bien en los espacios entre las losetas y retirando luego el exceso.
Pasado el tiempo de secado indicado por el fabricante de la lechada, se procede a la limpieza de toda la superficie del piso del recibidor.