Los adoquines de ladrillo constituyen un material muy duradero para pisos que puede ser instalado sobre diferentes superficies, siempre que se cuente con la adecuada preparación de las mismas, siendo muy común su uso para construir caminos de acceso, pasarelas y patios.
Si bien el color original de los ladrillos puede ser suficiente para lograr un espacio estéticamente agradable, el agregarles un toque de pintura no sólo puede contribuir a darles un aspecto aún más atractivo, sino también proporcionales una capa protectora ante distintos factores ambientales y al mismo tiempo facilitar su limpieza.
Es importante tener en cuenta que para llevar a cabo esta y otras tareas similares, no debe empezarse sin haber hecho una planificación previa y teniendo un diseño en mente de lo que se quiere lograr.
La temperatura ambiente es un factor a tener en cuenta a la hora de pintar en exteriores, y los pisos de ladrillos no son la excepción, Si el termómetro va a estar a niveles inferiores a los 10°C, posiblemente no sea lo mejor para trabajar en ese día. Aprovechar las jornadas cálidas y sin lluvias pueden contribuir a obtener un buen resultado final.
También es necesario respetar las indicaciones de los fabricantes respecto de los rangos de temperatura que resultan más adecuados para el tipo pintura a utilizar.
La limpieza de la superficie de ladrillos es una de las cosas más importantes que deben tenerse en cuenta antes de iniciar el trabajo de pintura. Es indispensable deshacerse de toda la suciedad o el polvo que pudiera haberse acumulado en bloques. Aunque sólo se trate de un piso, este proceso de limpieza y preparación debe seguirse con las mismas dedicación y prolijidad que se aplicarían en una pared a pintar.
Debe tenerse en cuenta que, si se intenta iniciar la pintura antes de haber limpiado a fondo toda la superficie, las partículas de suciedad y polvo quedarán debajo de las capas de color, lo que dificultará su correcta adhesión a los adoquines de ladrillo.
Una manera sencilla de limpiar el piso es barrer y luego enjuagar toda la superficie para asegurarse de que no queden rastros de suciedad en las caras de los ladrillos ni en las juntas.
Si el piso de ladrillos está cubierto por una capa antigua de pintura o cera, conviene verter aguarrás o trementina encima de la superficie y pasar un cepillo de cerdas suaves, de manera que el líquido disuelva cualquier acabado. Las manchas más rebeldes pueden quitarse raspando con una espátula. Luego se enjuaga con agua y se deja secar bien antes de comenzar con el trabajo de pintura propiamente dicho.
Uno de los trucos más valiosos que se pueden utilizar cuando se aplica pintura a un piso de ladrillos es mezclar a aquella con aguarrás, en una proporción de cuatro partes de pintura con sólo una de disolvente. Esto ayudará a que el material se adhiera a los adoquines con mayor firmeza.
Esta mezcla sólo debe utilizarse para la primera capa, no siendo necesario volver a usar aguarrás para las manos posteriores, por lo que conviene hacer la mezcla de pintura y disolvente en un recipiente aparte.
Como se va a trabajar con material inflamable y potencialmente tóxico (como la trementina), debe usarse guantes, gafas y máscara para prevenir daños en la piel, ojos y vías respiratorias.
Cómo pintar un piso de ladrillos: Tiempos de secado
Se debe dejar pasar el tiempo suficiente para que la primera capa se seque antes de aplicar la segunda. Este proceso puede tardar hasta ocho horas, aunque dependerá del tipo de pintura utilizada y de las indicaciones del fabricante.
Por lo general, se pueden aplicar de dos a tres capas de pintura. Cabe recordar que el tiempo de inactividad entre las capas puede ser de horas, por lo que es importante que el piso de ladrillos se encuentre protegido contra el viento, la suciedad y el paso de personas y mascotas durante las etapas de secado.