Se conoce con el nombre de mortero a la mezcla de cemento, arena y agua que se utiliza para asentar los ladrillos o para revocar las paredes, techos o fachadas de los edificios, y su correcta preparación forma parte de los conocimientos básicos que debe tener quien quiera dedicarse a la construcción.
En la actualidad, la proporción más utilizada para preparar esta mezcla es la de cinco o cuatro partes de árido (aproximadamente una carretilla y media) por una parte de cemento, y esto se debe a que una mayor cantidad de arena por una porción de cemento puede hacer que la mezcla comience a perder fuerza y calidad.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que el tipo de arena a utilizar dependerá el trabajo que se deberá realizar, dado que no es lo mismo pegar ladrillos y levantar muros, que recubrir paredes o cielorrasos.
En el primer caso, es conveniente usar arena gruesa, mientras que para revocar (o tarrajear) debe utilizarse arena fina. Es mejor evitar el empleo de arenas de playas y las procedentes de dragados, debido a que éstas suelen contener sal y provocan la aparición de eflorescencias de color pardusco.
La técnica de preparar una buena mezcla utilizando una hormigonera consiste en verter primero el agua, luego el cemento, y a continuación la arena, siempre en la entrada de la máquina. Esto se debe a que si se echan los materiales directamente al fondo el cemento se pegará.
Para obtener un mortero que pueda trabajarse mejor y que adquiera algo más de impermeabilidad, se puede agregar un poco de cal o en su lugar algún líquido plastificante que se comercializa como suplemento de mortero. En cuanto al tiempo necesario para obtener una mezcla consistente, se aconseja no mezclar durante más de quince minutos.
Se considera que el mortero ha sido correctamente mezclado cuando presenta una consistencia ni muy líquida ni muy dura, esto es algo que puede comprobarse inclinando una paleta con una porción de la mezcla. Si ésta no se cae, se ha hecho un buen trabajo.
Para tener en cuenta
Para producir un buen mortero, la arena debe estar compuesta por granos de diferentes tamaños y estar libre de impurezas como barro, hojas de árboles o restos de madera.
Los morteros muy claros (líquidos) evidencian un exceso en la proporción de agua, y es muy factible que se produzcan luego pequeñas grietas. Lo mismo sucederá si se mezcla más cemento o menos agua de lo indicado (conocidos como morteros muy grasos).
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