La pintura al temple es un tipo antiguo de tintura al agua que se utilizó ampliamente como un revestimiento de paredes y techos debido a que, cuando se secaba, se tensaba o se encogía a medida que se enfriaba, lo que también le daba la capacidad de rellenar grietas y agujeros pequeños mientras proporcionaba una superficie limpia.
Para obtener esta clase de pintura se solía utilizar yeso, tiza o cal como pigmento, y como aglutinante se recurría a un pegamento especial (por lo general, cola obtenida a partir del procesamiento de la piel del conejo), y se presentaba en polvo o en pasta, por lo que se debía mezclar con agua para su aplicación.
La pintura al temple se aplicó masivamente en edificaciones hasta principios del siglo XX, cuando su empleo comenzó a decaer debido a la aparición de pinturas comerciales más fáciles de producir, como los vinilos y los acrílicos.
Sin embargo, esto no significó la desaparición total de este tipo de pigmento, gracias principalmente a que continúa siendo un producto económicamente accesible, a pesar de que sus características generales son notablemente inferiores a las pinturas modernas.
La pintura al temple se identifica fácilmente. Es suave al tacto y posee una capa de polvillo que se desprende con sólo pasar la mano por encima. La principal desventaja de este revestimiento de superficie es que nada se pegará a él, lo cual es un problema importante cuando se desea redecorar con papel tapiz o una nueva capa de pintura, obligando a su reemplazo por un material más nuevo.
Agua caliente y vapor, útiles para quitar la pintura al temple
Uno de los métodos más usuales para quitar este tipo de revestimiento consiste en restregar las superficies con agua caliente. Una máquina vaporizadora para retirar el empapelado también puede ser un buen recurso para eliminar ese tipo de pintura, aunque la mejor manera de hacerlo es ablandar el material y rasparlo.
Para lograr esto, una técnica eficaz consiste en cubrir la superficie con engrudo o adhesivo para empapelado hasta que aquella no pueda absorber más. Se pasa el pincel sobre la pasta durante media hora y se deja que la última capa aplicada permanezca húmeda durante unos diez minutos. Luego se agrega una nueva capa y se deja actuar por otros diez minutos, y luego se comienza a quitar el material con un raspador de pintura normal.
De este modo, se verá cómo la pintura al temple sale sin dificultad, ya que ha quedado adherida al engrudo que se raspa.
Un método para volver a pintar o decorar las paredes y techos de una casa sin necesidad de quitar toda la pintura al temple es la aplicación de un sellador comercial de calidad, en cuyo caso será necesario lavar toda la superficie con agua caliente para eliminar todo el polvo y las partículas sueltas de pintura.